Diversos especialistas en el campo de la traumatología afirman que el baile, junto con la música, es un factor de suma importancia para mantener fuerte y erguida la columna vertebral y la medula espinal, ya que ha de sostener todo el cuerpo. La columna vertebral permite el movimiento y la inclinación hacia atrás, adelante y a los lados con total flexibilidad describiendo un giro total. El baile mantiene una intima relación con la música sinfónica, y los citados movimientos dan fuerza a la columna vertebral, evita su deformacion y protege contra el dolor de espalda.
Además, existe otro aspecto, desconocido para numerosas personas, como es el hecho de que el baile evita la artrosis, debido a que armoniza la función de los músculos con la de los cartilagos y las articulaciones, haciendo que el cuerpo adquiera su mejor forma posible. Por tanto, el baile protege el cuerpo, evita los dolores de lumbago, la debilidad de los huesos, las posibles inflamaciones entre las vertebras de la columna y fortalece la articulación de la rodilla potenciando sus músculos, en especial, el cuadro muscular anterior, y los ligamentos externo, interno, posterior y cruzado; pero sobre todo, dificulta la degeneración de sus cartilagos, a través de la plena coordinación armónica entre los músculos que realiza la rodilla de un bailarín.
En efecto, los antiguos egipcios se interesaron por el baile como deporte, lo que hizo que sus cuerpos fueran sanos, fuertes y que, incluso, la esperanza de vida superara en muchos casos a la de los egipcios contenporaneos. Su prospera civilizacion refleja, de manera clara, su interés por el cuidado de la salud mediante el deporte y baile.
En tiempos faraónicos, el baile era una actividad reconocida y prestigiosa para la mujer. Mediantre la danza podía mostrar su belleza, expresar sus sentimientos y entretener, además, a su marido. Los hombres tenían unos métodos particulares en las danzas fúnebres, en las que a veces participaba el propio rey, como parte de las ceremonias religiosas y en las celebraciones de diferentes actos. Existían grupos de bailarines de diferentes sexos, formados por exclavos y, otros, por profesionales libres.
Además, era de suma importancia la danza popular y la cortesana, ejecutada por bailarinas a compañadas de músicos y otros bailarines en los hogares y en los palacios. La música sonaba por todas partes tras las celebraciones, a manos de grupos de músicos de ambos sexos, que tocaban distintos instrumentos de cuerda. Diversos grabados en las tumbas faraónicas nos presentan a las bailarinas en distintas ceremonias. Este testimonio indica que las raíces de la danza se hunden, como mínimo, en aquel periodo, siendo practicado y divulgado por la mujer hasta nuestros días, aunque con una lógica evolucion. En definitiva, ni los avatares del tiempo ni las sucesivas prohibiciones han puesto una barrera ante la mujer para practicar este baile a lo largo de la Historia.
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