El padre tenia la palabra a la hora de escoger marido para su hija y su hijo, pero podían no aceptar la decisión paterna. No sabemos exactamente la edad del matrimonio. Había matrimonios de conveniencia. Del periodo romano tenemos testimonios de mujeres casadas a los ocho, nueve y diez años. La edad probable debió ser entre los doce y cartoce años para la mujer. Era corriente el matrimonio entre parientes. No había limite en el numero de esposas, pero en la practica dependía en las posibilidades económicas del marido. Los palacios reales nos hablan de la vida en el harem, que no era si no la residencia de todas las mujeres, desde la reina a la ultima sirvienta.
Al llegar los jóvenes a la edad de la pubertad y en el paso a la madurez, sentían, como ha ocurrido siempre y en todas las épocas, la mutua atracción y de sus corazones sus labios surgían los efluvios del amor. Los poema idílicos que nos han llegado de la época ramesida ofrecen indicios de lo que seria este mundo sentimental en aquel tiempo remoto. Los labios de la amada se comparaban con la flor de loto, sus brazos con las ramitas de tiernos arboles y su cabello con la red del pajarero. La metáfora mas corriente era la del granado. La poesía amatoria se deleita con los nombres del hermano y hermana para los amados. Cuando el varón creaba su propia familia se separaba de la familia paterna, lo que evitaba las grandes aglomeraciones patriarcales y reunión de varias familias, bajo un mismo techo.
Desde el Reino Antiguo se invita al joven a casarse: "Si eres prudente, fundaras un hogar. Casate con una buena mujer. Te nacerá un hijo". Se dice en la instrucción de Ani.
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