UNA NUEVA EXPERIENCIA

La existencia de bailarinas en el harén, los mercados y los baños publicos era un hecho inusual para los investigadores occidentales, acostumbrados a contemplar en salas especializadas y escenarios artísticos como los teatros. Los turistas quedaban asombrados al ver a bailarinas actuando en los pasillos y los baños públicos, en particular, cuando les decicaban una propina por su buena actuación.

Estas nuevas y inusuales experiencias para los occidentales generaron la fascinacion del turismo y el deseo de los artistas de reflejar unas profundas impresiones en cuadros que presentaban la danza oriental con todo lujo de detalles: los instrumentos musicales, las vestimentas, los adornos, los escenarios, etc...La admiracion del publico por la danza oriental determino el incremento de visitas a Egipto y el anhelo de disfrutar de su aprendizaje por parte de la mujer de Europa, Norteamerica, América del Sur y Japón. Tras el regreso a sus países, numerosos turistas comentaban su experiencia y el asombro ante la gran cantidad de adornos dorados que suelen llevar las bailarinas repartidos por todo su cuerpo, pulseras y ajorcas en brazos y piernas, aros colgados en la nariz pendientes y los singulares collares dorados y plateados en el pecho y cinturones de monedas y abalorios sobre las caderas.

 Los mencionados elementos fueron factores clave para despertar el interés de la mujer europea por la danza oriental y llegar, incluso, a perfeccionarla. Por otra parte, los pintores y escritores orientalistas no se limitaron a representar tan solo a la exuberancia de Oriente, sino que también analizaron el baile, la música, el canto, el idioma, la tradición y las costumbres de la mujer oriental desde la antigüedad.